Cultivos no – transgénicos resistentes a herbicidas

Una nueva «solución» de la Industria: tecnología Clearfield

Es probable que la industria, ante la cada vez más amplia resistencia que está enfrentando su «solución al hambre mundial», se esté preguntando: ¿podemos desarrollar productos «no transgénicos» que nos aseguren los mismos beneficios? Esa es la dirección que parece seguir la compañía alemana BASF, con sus «Sistemas de Producción Clearfield»

(Resumen del trabajo original disponible aquí (pdf 1.18 mb). Remitimos al mismo para un desarrollo más completo y fundamentado del tema así como las correspondientes referencias)

Son varias las razones por las que cada vez más sectores de la sociedad se oponen a los cultivos transgénicos. Los peligros que implican para el medio ambiente, entendido en sentido amplio, han sido profusamente señalados. Su imposición por parte de la industria se debe en buena medida a la enorme cantidad de beneficios que representan para ella y a los cuales difícilmente esté dispuesta a renunciar. En ese sentido, es probable que ante la cada vez más amplia resistencia que está enfrentando su nueva «solución al hambre mundial», se esté preguntando: ¿podemos desarrollar productos «no transgénicos» que nos aseguren los mismos beneficios?

Esa es la dirección que parece seguir la compañía alemana BASF, con sus «Sistemas de Producción Clearfield», un muy buen ejemplo de las «soluciones» que la industria encuentra para perpetuar sus negocios más allá de todo. Los cultivos «Clearfield» son cultivos no transgénicos resistentes a herbicidas. Al no poseer genes introducidos de otras especies no son considerados transgénicos. Sin embargo, implican prácticamente los mismos peligros ambientales que los cultivos transgénicos, además de los característicos de todo monocultivo a gran escala.

Los Sistemas de Producción «Clearfield»

La compañía BASF posee el catálogo más grande a nivel mundial de cultivos no transgénicos resistentes a herbicidas. Los «Sistemas de Producción «Clearfield» se componen de tres elementos que la empresa provee en paquete: una semilla resistente a herbicidas de la familia de las imidazolinonas, el correspondiente herbicida y un Programa de Custodia.

Estos cultivos han sido creados mediante un sistema que la empresa describe como «de fitomejoramiento convencional». Sin embargo, eso no es cierto. Por ejemplo, el arroz Clearfield se obtuvo mediante mutagénesis químicamente inducida, lo cual está lejos de poder ser considerado un caso «de fitomejoramiento convencional». Lo que sí es cierto es que no son transgénicos. Como describe la empresa en su sitio web; «…no introduce ADN de otras especies o reinos por lo tanto NO ES un Organismo Genéticamente Modificado, NO PERTENECE al grupo de cultivos llamados transgénicos.» (*) (mayúsculas en el original)

El primer Sistema de Producción «Clearfield» se lanzó en Estados Unidos para el maíz y desde entonces nuevas líneas de semillas «Clearfield» se han desarrollando y vendido en todo el mundo. En este momento se encuentran disponibles en el mercado variedades «Clearfield» de maíz, arroz, trigo, girasol, colza y lentejas. En Uruguay se cultiva desde hace varios años la variedad de arroz Clearfield «CL161» y BASF está buscando la adaptación a variedades locales de su tecnología mediante un convenio con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).

La empresa anuncia para los próximos años el lanzamiento de nuevos Sistemas «Clearfield» y calcula que las ventas anuales de los mismos alcancen unos 3000 millones de dólares anuales. En un futuro cercano, mediante acuerdos con más de 100 compañías semilleras e institutos de investigación públicos y privados, existirán variedades adaptadas localmente de distintos cultivos que poseerán la resistencia a herbicidas producidos a nivel global.

Los peligros

Los peligros que representan los cultivos no transgénicos resistentes a herbicidas son prácticamente los mismos que representa cualquier cultivo transgénico. En cuanto a aspectos como la soberanía alimentaria, el control industrial, el daño a los mecanismos de control biológico, la aparición de «supermalezas» o el uso indisociable de agrotóxicos, no existen básicamente diferencias.

Al no entrar en la categoría «OGM», con estos cultivos la Industria se ha ahorrado todos los millones que debe invertir en evaluaciones y pruebas para liberar cultivos transgénicos. También se ha ahorrado los millones de dólares que en el caso de los transgénicos debe invertir en campañas publicitarias para ganarse a la opinión pública. Desprevenidos y desinformados, los consumidores no han puesto reparos a la nueva tecnología.

Tampoco deben sortear trabas especiales a la hora del comercio internacional, característica utilizada por la empresa BASF cuando promociona sus Sistemas «Clearfield»: «Es de destacar que el material lanzado es una variedad de arroz NO TRANSGÉNICA, lo que permite su comercialización en forma absolutamente inobjetable hacia los países que levantan barreras a los cultivos genéticamente modificados.» (*) (mayúsculas en el original)

Hace varios años que los cultivos «Clearfield» han comenzado a expandirse por el mundo, prácticamente sin llamar la atención. A pesar de que implican casi los mismos peligros que los cultivos transgénicos, han sido aceptados sin levantar objeciones dado su carácter no-transgénico. Paradójicamente, este hecho los puede volver aun más peligrosos pues los mantiene alejados del centro del debate. Por ahora.

Por Flavio Pazos

Para RAP-AL Uruguay – Junio 2007

(*) Sitio Web de BASF Costa Rica
http://www.basf-costa-rica.com/clearfield.aspx


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